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Al igual que un matrimonio, es muy importante con quién te asociarás para tu aventura de negocios; porque igual de complicado, cuando las cosas salen mal, es la ruptura de una sociedad. Yo mismo tuve una experiencia muy complicada en mi primera empresa, de la cual casi termina en un enfrentamiento físico, además de deudas y problemas legales... Investigaciones sobre el tema de emprendimiento han descubierto que las nuevas generaciones son más propensas a emprender en equipo, sin embargo es importante considerar algunas condiciones que puedan incrementar las probabilidades de éxito de dicha formación de negocios. Lo que quiero compartir es resultado de mi propio aprendizaje y las recomendaciones que me dió mentor, por eso te propongo tres reglas que debes aplicar al momento de elegir a un socio.
En esta primera parte del blog, debes contestarte la pregunta más importante: ¿Para qué quiero a un socio? Escucho frecuentemente a personas que me piden opinión con este tema y me sorprende la facilidad con la que reparten el pastel de sus empresa y no tener muy claro los motivos por asociarse con alguen. En el caso de un socio inversionista (el que aporta sólamente dinero), pues bienvenido, aunque hay que recordar que se debe cuidar la participación accionaria por esa inversión y no perder el control del negocio. El conflicto normalemente aparece con los socios industriales, es decir, los que aportan conocimiento, contactos o trabajo. Si me lo preguntas, yo te diría, que mejor lo subcontrates; sin embargo, si tu consideras que es muy necesario o clave, entonces la aportación no tangible debe se complementaria, es decir, invita a alquien que sepa o haga algo distinto a ti. En cuanto a "socios" que aportan sólo relaciones y contactos, mejor darles una comisión, y tratarlos como vendedores o referenciadores, porque se convierten en rémoras al terminárseles la lista de conocidos. Un solución más sencilla es armar un asociación en participación, donde se juntan expertos de distintas áreas, y firman un contrato comercial donde quede muy claro lo que cada uno aporta, y se acuerda cómo se repartirán los beneficios. Se ahorran los costos de crear una sociedad en forma (como el ahorro por los gastos por la disolición de la misma) y da mayor libertad a cada asociante de hacer negocios por su lado, siempre y cuando no exista un conflicto de interés. Con el paso del tiempo, y con los resultados que se han obtenido por esta unión, ya se tendrán mejores motivos y justificaciones para tomar la decisión de formar una sociedad, seguir igual como asociantes en participación, o que cada quien siga por su lado sin problema o consecuencia alguna. Al final del día, debes justificarte muy claramente la necesidad de formar una sociedad, poner en una balanza los beneficios de estar sólo o acompañado en tu aventura empresarial, y como siempre, pide opinión a personas que ya tengan experiencia en este tema, para tomar la mejor decisión. Te invito a la continuación de la Parte 2 del tema, el cual se publicará la siguiente semana...
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Sergio OteroSoy consultor, emprendedor, profe y cinéfilo, y además FPS Gamer Archives
February 2022
CategoriesSergio Otero Flores
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